Madrid reparte juego

Cuatro casinos, 48 bingos, 254 salones de juego, 290 locales de apuestas y 26.192 máquinas tragaperras. Es el actual mapa de juego de la Comunidad de Madrid, una industria que mueve 4.647 millones de euros anuales ?el 20 por ciento del total nacional? y contribuye a las arcas públicas regionales con 180 millones de euros cada año en concepto de tributos, según datos de la Dirección General de Ordenación del Juego del Ministerio de Hacienda. Y es que los madrileños son, con diferencia, los españoles que más invierten en este concepto.
Estas cifras han hecho que el juego sea considerado cada vez más por la Administración madrileña como «un sector que hay que cuidar», en palabras de Fernando Prats, director general de Tributos y Ordenación y Gestión del Juego de la Comunidad. No es para menos, ya que la crisis que atraviesa el sector ha mermado en cerca de 8 millones de euros los ingresos tributarios que la región obtiene de los bingos y casinos solo en el último año. «Desde el estallido de la crisis en 2008 el conjunto de sectores del juego ha perdido el 40 por ciento de los ingresos brutos», concreta José Sánchez Fayos, secretario general de la Confederación Española de Empresarios del Juego (COFAR).
Pero no es el único factor al que el sector culpa del desplome de su facturación. Los empresarios del juego señalan también la entrada en vigor de la reforma de la ley antitabaco en enero de 2011. «Casi el 70 por ciento del público que acude a un casino o a un salón de juego es fumador y quiere fumar mientras juega, por lo que buena parte de ellos ha dejado de venir a nuestros locales», asegura Sánchez Fayos. Como consecuencia de ello son muchas las voces de los empresarios que han reclamado excepciones a la ley antitabaco para este tipo de establecimientos, en especial después de que el magnate estadounidense Sheldon Adelson, comenzara las negociaciones para establecer su ciudad del juego en Alcorcón. Finalmente, el órdago de Adelson, con continuas peticiones de cambio de leyes, no fue aceptado por el Gobierno español y Madrid se quedó sin un complejo de ocio que, en teoría, iba a contar con 12 resorts con hoteles de cuatro y cinco estrellas, 6 casinos y 44 salas de juego.
Ello dejó la situación como estaba: con dos casinos. El de Torrelodones fue el primero que se estableció en Madrid, hace ya 32 años, tras la legalización del juego durante la Transición. Décadas después, en 2005, el grupo Comar abrió el casino de Aranjuez. Tras haber cambiado en 2012 la legislación que impedía a estos establecimientos situarse a menos de 29 kilómetros de los núcleos urbanos, ambos casinos han instalado en el corazón de la capital dos salas apéndice: Casino Gran Madrid-Colón y Casino Gran Vía.
«Es una gran baza de futuro; creemos que es un proyecto muy atractivo para el que se han cuidado todos los detalles», asevera el director de Marketing del casino Gran Madrid-Colón, José María Paredes, quien ha señalado que este sector ha resultado muy dañado por la crisis. «Las causas son varias: una tasa de juego del 45 por ciento es muy elevada para el contexto en el que estamos; la ley antitabaco; el juego online, que hasta la legislación del año pasado no había sido regulado, e incluso el fútbol, pues hay semanas en que se acumulan muchas citas». Todo esto hace que los casinos tengan dificultades. «Un casino necesita una inversión de 4 millones de euros solo para su mantenimiento. Nosotros hemos mantenido la senda de los beneficios, aunque hemos experimentado una caída del 40 por ciento».
La apertura de la sede de la capital ha supuesto la creación de 200 nuevos puestos de trabajo. «Estamos haciéndonos hueco y ojalá tengamos una gran acogida. A lo largo de nuestros 32 años ya nos han visitado 18 millones de clientes», apunta Paredes.
En la misma línea, el director del casino Gran Vía, Carlos Campos, ha manifestado estar «muy satisfecho con la actividad que se está generando en la sala de Madrid. Las expectativas para 2014 son muy positivas». Desde la reciente apertura del Casino, el pasado 18 de diciembre, «hemos registrado un aumento progresivo de clientes, que se sitúa en una media de 1.500 diarios». Además, el Casino cuenta con un restaurante de alta cocina vasca, que según ha aseverado Campos, «llevará consigo el aumento del número de clientes». En la sede ubicada en la Gran Vía madrileña, el grupo ha invertido 15 millones de euros y ha logrado crear 270 nuevos empleos.
El imperio de las recreativas
En Madrid, el sector del juego ha estado capitaneado por grupos como Recreativos Franco, fundado en 1975 por Joaquín y Jesús Franco como un pequeño taller de mantenimiento y operación de máquinas pin-ball, cuyo potencial habían descubierto en la base norteamericana de Torrejón. El éxito no tardaría en llegar, iniciando un proceso de expansión que ha llevado sus máquinas recreativas a buena parte de la geografía española y a otros 50 países.
Su experiencia profesional animó a los hermanos Franco a fundar, junto a familia Martínez Sampedro, el grupo Codere, que también dio sus primeros pasos en la capital. Actualmente, Codere es la primera empresa de juego que cotiza en Bolsa y está presente en varios países a través de unas 51.000 máquinas recreativas, 125 salas de bingo, 55 salas de apuestas deportivas, dos hipódromos y cinco casinos.
Para el director general de Recreativos Franco, Pedro Melendo, no todos los subsectores se han visto afectados por igual en los últimos años. «Por ejemplo, el gasto medio destinado a las actividades de ocio fuera del hogar ha caído en los últimos años, pero ha aumentado el ocio doméstico y, con él, el juego online, que está en pleno crecimiento».
«La región cuenta con importantes empresas capaces de seguir apostando por esta Comunidad como sede de sus operaciones. No es, en absoluto, despreciable que tan solo con los impuestos del juego, durante 2012 Madrid aportó casi 152 millones de euros a las arcas del Estado», ha indicado Melendo. Tradicionalmente existe la percepción de que en tiempos de crisis se juega más. Y así ha sido hasta la actual recesión, en la que los hogares han reducido drásticamente el gasto en juego, manteniendo pequeñas cantidades para los juegos públicos, es decir, aquellos que el imaginario social considera que pueden «arreglar la vida». Prueba de ello es que más de un 30 por ciento de las cantidades jugadas en la Comunidad en 2012 se destinaron a las Loterías y Apuestas del Estado. Los madrileños invirtieron en este concepto un total de 1.389 millones de euros, un 6 por ciento menos que el año anterior. A continuación, por implantación, figuran los cupones de la ONCE, en los que los madrileños gastan anualmente cerca de 180 millones de euros. El Cuponazo y el cupón diario son los preferidos de los madrileños, por encima del cupón de fin de semana, los sorteos extraordinarios y los «rascas».
Pero sin duda uno de los subsectores más castigados por el actual panorama económico es el del bingo, que en los últimos años ha visto reducirse a la mitad el número de salas, hasta alcanzar las 48 actuales. «Cada año cierran más salas porque cada vez hay más empresas que no son rentables», explica José Luis Merino, gerente de la Asociación Empresarial de Juegos Autorizados (ASEJU), que apunta a la elevada carga impositiva como una de las lacras que están minando un sector, que solo en Madrid genera cerca de 2.500 empleos directos y otros tantos indirectos. Merino reclama una más ágil aprobación de reformas, una mayor liberalización de la publicidad y promoción y la posibilidad de establecer premios más atractivos.
Reinventarse el sector
Esta situación ha obligado a una modernización y reinvención del sector, que ha sido liderada por grandes bingos madrileños como el Canoe, el mayor de España y uno de los más importantes de Europa, el Roma o Las Vegas, pero ha puesto de manifiesto un cierto retraso en el caso de los establecimientos más familiares. «El concepto se aproxima cada día más al de un lugar donde se puede tomar una copa mientras se juega», aseguran desde ASEJU. Las máquinas tragaperras, las multipuesto y el bingo online ganan espacio frente a los cartones entre el público más joven. Una caída que certifican las estadísticas: en 2012 el número de cartones vendidos fue de 182,4 millones, casi 16 menos que en 2011.
La drástica reducción de bingos contrasta con la proliferación de salas de apuestas. Desde su autorización por parte de la Comunidad de Madrid en 2008, no han dejado de multiplicarse, pasando de 84 a 304 en cinco años. Durante este periodo, y a pesar de no contar con gran tradición en España, las apuestas han ido ganando adeptos entre los madrileños, muy especialmente las simultáneas, principalmente, fútbol. A pesar de esta expansión, son todavía escasas las salas de apuestas que cuentan con un espacio propio y la tendencia general es compartirlo con los salones de juego.
«Es un sector con bastante movimiento: hay muchas salas que abren, pero también muchas que cierran», puntualiza Andrés García, secretario general de la Asociación de Empresarios de Establecimientos de Juego y Ocio de Madrid. «Son muchos los empresarios que están vendiendo patrimonio para sobrevivir. Les da pena cerrar un establecimiento que cuesta tanto levantar (licencias, insonorización…). Por ello, reducen personal y horarios de apertura y dan de baja máquinas para funcionar con lo mínimo posible», aseguran fuentes del sector. En estos salones de juego se ubican buena parte de las 25.458 máquinas B (conocidas como «tragaperras») con las que cuenta la región, que ostenta el récord nacional de cantidades jugadas: 2.083 millones de euros en 2012. El futuro del sector pasa por una progresiva expansión del juego online, que en 2014 representará un 40 por ciento del mercado.
Fuente: MadridDiario