El juego responsable

E l juego es una actividad común en todas las sociedades y culturas, y además lo ha sido desde la antigüedad. Para la mayoría de personas esta actividad no pasa de ser una distracción sin consecuencias negativas de ningún tipo. Diferentes estudios muestran que entre el 70-90% de la población adolescente y adulta ha jugado en alguna ocasión. Diversos autores ponen de manifiesto los beneficios psicológicos de jugar en personas mayores, en cuanto a la mejora de autoestima. Jugar de forma controlada, divertirse y escapar de las dificultades físicas y emocionales, asociadas a la edad avanzada, pueden ser actividades altamente gratificantes.
Sin embargo, el juego es considerado por muchos como una conducta negativa, que no aporta beneficios a la sociedad. Diversos estudios internacionales han indagado la opinión pública sobre el juego, y en ellos los resultados nos muestran que la comunidad está por lo general dividida: un sector de la población es favorable al juego, considerando que se trata de una actividad divertida y emocionante, mientras que otro creía que se trataba de una conducta potencialmente adictiva y negativa.
Según la Dirección General de Ordenación del Juego, en un estudio realizado en el año 2014, el número total de usuarios registrados en operadores de juego online ha pasado de 2.285.452 a comienzo de año, a 3.940.232 a finales del mismo, lo que supone un aumento del número de registros de 1.654.780.
Uno de los principales problemas de la industria del juego consiste, entre otras cosas, en no permitir jugar a menores de edad o establecer ciertas medidas para evitar que los jugadores caigan en la adicción. Los operadores, ya sea por cumplir con la legislación europea vigente o por mantener su imagen de cara al usuario, destinan cada vez más recursos a implementar nuevas medidas que ayuden a proteger a los más vulnerables de los peligros que el juego presenta: la estrategia de juego responsable.
Esta estrategia nace de una iniciativa de la Dirección General de Ordenación del Juego, lanzada en noviembre de 2012, con la creación de un Consejo Asesor de Juego Responsable, integrado por representantes de todos los estamentos relacionados con el juego y con la ludopatía, consistente en representantes de la industria, tanto a nivel presencial como online, de las asociaciones de ayuda a los afectados por la adicción al juego, expertos en tratamiento de la adicción al juego, centros universitarios, y reguladores autonómicos, cuya primera tarea consistía en asesorar a la Administración en la elaboración de una Estrategia de Juego Responsable para minimizar los posibles efectos negativos producidos por el juego.
En febrero de 2013 se constituyó este Consejo Asesor de Juego Responsable, para cubrir las áreas de actuación, investigación del fenómeno de la adicción al juego, sensibilización de la sociedad sobre el problema, prevención del mismo a través de diversas actuaciones, y finalmente una coordinación de los tratamientos de los mecanismos de asistencia sanitaria a los afectados.
La información, orientación, y apoyo a los afectados y a sus familiares, el establecimiento de un teléfono de asistencia a posibles afectados a nivel nacional, y la realización de un estudio sobre la adicción al juego en España, incluyendo los factores que inciden en la misma y los mecanismos de prevención son las actuaciones más inmediatas. Por ejemplo: en el juego online, debiera contemplarse la autoexclusión, una práctica en la que el jugador puede, simplemente apretando un botón, conseguir que el software on line congele su cuenta durante un tiempo determinado, para que le sea imposible seguir jugando. O bien, un llamado botón del pánico, que permita cerrar todo y dejar de jugar cuando el jugador considere que está perdiendo el control o más dinero del que puede permitirse.
Por ello el Juego Responsable consiste en la elección racional y sensata de las opciones de juego, que tenga en cuenta la situación y circunstancias personales del jugador, impidiendo que el juego se pueda convertir en un problema, con el único objetivo del entretenimiento, la distracción y en el cual el valor de las apuestas no supera nunca lo que el individuo se puede permitir, sin que interfiera en las obligaciones sociales, vocacionales o familiares.
Fuente: laopinion.es/Juan Miguel Munguía Torres – Abogado Munguía&Asociados